Leonardo Favio, imágenes de un
sentimiento
“Un gaucho no puede morir un día
como hoy, con tanto sol”
Esta es la
frase que Juan Moreira, interpretado por Rodolfo Bebán, pronunciaba en la
película homónima de Leonardo Favio, en la escena más majestuosa jamás filmada
del cine cuando muestra la muerte de un gaucho rebelde y argentino.
Así también
paso a la eternidad un caluroso día de noviembre, el más rebelde de los
cineastas argentinos, el más popular y nacional que supo representar nuestra
idiosincrasia.
Analizar la
totalidad de la obra de Favio como artista seria larga de detallar, cada uno
que lea esta nota atesorara algún recuerdo relacionado con él, ya sea con su
cine, con sus canciones o su actividad política.
Quien
escribe esto, escucho hablar de Leonardo Favio y su “Juan Moreira” cuando tenia
5 años en 1973, miles
de veces interprete la muerte del gaucho Moreira en mis juegos infantiles (arrojándome
en la cama, en la pared del patio de mi casa, o trepándome en la reja de algún
vecino, que servia como lugar adecuado para interpretarlo)
Denostado
durante un periodo por muchos intelectuales de los que hoy se presentan como
fervorosos admiradores desde sus comienzos, no vacilaron en criticarlo por su
vuelco peronista y barroco de su cine a partir del gaucho Moreira.
Dividían su
cine en antes y después de ese momento, sin tener en cuenta de que a Leonardo
Favio había que valorarlo en un todo y no en partes.
Favio,
quien no reniega de influencias europeas en su cine (Robert Bresson y el
neorrealismo italiano), supo también aprovechar la técnica y el profesionalismo
del cine argentino representado en ese momento por Leopoldo Torre Nilsson y
recupero de su propia historia (que es la historia de muchos argentinos), a
través de Fernando Birri en el cine y de su madre que trabajaba en la radio
haciendo obras en Mendoza, las tradiciones del circo criollo y el radio teatro,
intentando dar un uso de ellas para buscar una estética que no solo abordara
temas propios sino que también tuvieran una estructura auténticamente nacional
y popular.
Eligiendo
personajes ignorados “pobres gentes… pero gente que siente”…”mostrándolos como
son, sin regodearme con sus miserias, tanto a través de pequeñas vidas”
(Historias de los cuentos de Zuhair Jorge Jury) o de esa mismas vidas elevadas
a grandes mitos (Juan Moreira, Nazareno, Gatica).
Al fin de
cuentas, en la vida misma de un pueblo esta lo mas vivo, lo mas rico y lo mas
fundamental de las materias primas para que todo tipo de arte se nutra y de una
forma propia a la identidad cultural de un país.
El pueblo
que sabe ver bien y distingue mejor que esos intelectuales, que se refugian en
una cultura argentina que necesariamente nos hacen creer que tiene sus raíces
europeas, abrazo a Leonardo Favio desde el primer momento.
Lo vio
crecer como actor, lo contuvo en sus inicios de cineasta, lo gozo como cantante
y lo abrigo en su corazón donde el pueblo guarda a los hijos más queridos que
salen de sus entrañas.
Una gragea de Favio
(Del libro “Pasen y vean. La vida de Leonardo Favio” de Adriana Schetini)
“… vos sos regorila (a Adriana Schetini)
y sin embargo aquí estas…
-Y ¿Cómo sabes que soy regorila?
Se te nota en el orillo ¿No viste
que en toda la tarde nunca me preguntaste por “El General”? Siempre dijiste
Perón. Y eso es tomar distancia. Por eso se nota: sos regorila. ¿Cómo no voy a
saber que piensa Osvaldo Soriano, o lo que pensaba Borges? Pero sin embrago en mi equipaje nunca faltan
los libros de Soriano, la obra de Borges, la Biblia, las confesiones de San Agustín, Botón
Tolón, Isidoro Cañones y Patoruzú, por supuesto…”
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